El
concepto afrontamiento ha sido utilizado desde hace más de 40 años por la
psicología; durante los años 1940 y 1950 fue utilizado en muchas psicoterapias
para el tratamiento y seguimiento de diversas patologías; así mismo, ha sido
utilizado por muchos autores a nivel mundial para describir los sentimientos
revelados por un individuo ante cualquier situación estresante; la definición de afrontamiento más utilizada
en los diversos estudios, es la descrita por Lazarus y Folkman, (1984) citado
por Vargas, (2009) en su modelo de estrés transaccional como los esfuerzos
cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para
manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como
excedentes o desbordantes de los recursos del individuo; es decir aquellas
actitudes, percepciones o sentimientos que las personas usan para manejar
diversas situaciones de la vida que impliquen un gasto emocional, cognitivo y
sobrepasan los recursos reguladores con los que cuenta el ser humano.
Igualmente,
algunos autores afirman que el afrontamiento es una respuesta o un conjunto de
respuestas ante una situación estresante ejecutadas para manejarla o
neutralizarla. El afrontamiento también implica la adquisición de un cierto
control de la situación que puede variar desde el dominio, hasta un mínimo
control de las emociones producidas por el evento estresante; es decir, la
persona puede lograr manejar el estrés que le producen ciertas situaciones sin
que esto afecte su vida o simplemente evitar o controlar pasivamente aquellas
emociones negativas que le produce el evento.
El
afrontamiento es llevado a cabo por el individuo en el momento de enfrentarse a
una situación estresante como la enfermedad, adaptando dos tipos de
afrontamiento; el afrontamiento pasivo que hace referencia a las formas de
evitación o escape ante la situación que se está presentando e implica falta de
compromiso con la situación problemática, y el afrontamiento activo que son
aquellos esfuerzos realizados para hacer frente al problema de forma directa y
comprende actividades particularmente dirigidas a la modificación o
minimización del impacto de la situación crítica, a la regulación de la emoción
y a la interpretación positiva o búsqueda de un significado del suceso, valorándolo
de tal manera que resulte menos desagradable.
De
acuerdo al tipo de afrontamiento que adopte el individuo se pueden desarrollar
diversas estrategias de afrontamiento; estas estrategias de afrontamiento
constituyen un conjunto de procedimientos o actividades conscientes e
intencionales que guían la acción hacia el logro de metas adaptativas; es
decir, lo que el individuo hace o realiza para conseguir lo que tiene planeado;
otro concepto en relación con las estrategias de afrontamiento es el de Gil–Monte
y Peiró (1997) citado por Martínez et al. (2008) que define las estrategias de
afrontamiento como los “esfuerzos, tanto conductuales como cognitivos, que
realiza una persona para dominar, reducir o tolerar las exigencias creadas por
transacciones estresantes”; es decir implica acciones que el ser humano lleva a
cabo para conseguir equilibrio.
Teniendo
en cuenta los conceptos relacionados con las estrategias de afrontamiento
mencionados anteriormente, Lazarus propone una clasificación de las estrategias
de afrontamiento; unas dirigidas a la emoción encargadas de disminuir el grado
de trastorno emocional e incluyen estrategias como la evitación, la
minimización, el distanciamiento, la atención selectiva, las comparaciones
positivas y la extracción de valores positivos a los acontecimientos negativos;
otras dirigidas al problema que engloban un conjunto de estrategias más amplio
que la resolución del problema, la cual implica un objetivo, un proceso
analítico dirigido principalmente al entorno y las estrategias de afrontamiento
de tipo cognitivo, conductual y afectivo, en el que el primero intenta buscar
significados positivos en relación con lo que está sucediendo, el conductual
está relacionado con aquellas actitudes que permiten enfrentar de manera directa
el problema y asumir sus consecuencias y resultados y el afectivo intenta
controlar las emociones y pensamientos que son provocados por la situación con
el fin de mantener el equilibrio afectivo.
Normalmente
se distinguen dos tipos generales de estrategias (Lazarus & Folkman, 1986)
citado por Rodríguez et al. (2009): a) Estrategias de resolución de problemas:
son aquellas directamente dirigidas a manejar o alterar el problema que está
causando el malestar, b) Estrategias de regulación emocional: son los métodos
dirigidos a regular la respuesta emocional ante el problema. A veces, el empleo
de una estrategia de solución de problemas tiene por sí misma repercusiones
favorables en la regulación emocional.
En
conclusión, las definiciones expuestas sobre afrontamiento desarrolladas a lo
largo de la historia y basadas en la experiencia investigativa coinciden en
calificar el afrontamiento como un proceso continuo puesto que constantemente
está cambiando, el cual depende de la situación que lo desarrolle, bien sea la
presión laboral, la pérdida de un trabajo, o situaciones estresantes
experimentadas y que implica que la persona desarrolle acciones para enfrentar
esta situación apoyadas en aspectos internos y variables psicológicas
diferentes en cada individuo, convirtiéndolo en un ente activo y participativo
dentro de todo el proceso de afrontamiento.
Tipos de Afrontamiento
Parasuraman
y Cleek ,(1984) citado por Rodríguez et al. (2009), han distinguido entre
respuestas adaptativas y no adaptativas de afrontamiento. Entre las primeras
incluían: planificar, organizar, priorizar tareas y conseguir apoyo de otros.
Entre las segundas clasificaron las siguientes: trabajar más duro pero
realizando más errores, hacer promesa poco realistas y evitar la supervisión.
La
tipología de afrontamiento desarrollada en el Organizational Stress Indicator
(Cooper, 1988) citado por Rodríguez et al. (2009), distingue seis tipos de
afrontamiento: a) apoyo social, b) estrategias referidas a la tarea, c) lógica,
d) relaciones familiares y trabajo, e) tiempo f) implicación.
A
diferencia de lo que ocurre en otros ámbitos de la vida, las estrategias de
afrontamiento consideradas en el ámbito laboral no resultan eficaces para
reducir las relaciones entre estresores y sus consecuencias. Por cuanto la
eficacia de las estrategias de afrontamiento depende de la posibilidad de
control del estresor, y por ello las estudiadas en situaciones de trabajo
resultan ineficaces ya que el control de los estresores pocas veces está en
manos del individuo.
Newman
y Beehr (1979) citado por Rodríguez et al. (2009), señalan que las respuestas
de afrontamiento en el trabajo requieren la implicación activa de la
organización. Esta respuesta puede concretarse en rediseño de puestos, cambios
en la estructura organizacional, feedback para contribuir a la clarificación
del rol, redefinición de criterios de selección y ubicación, introducción de
formación de relaciones humanas, mejora de las condiciones de trabajo, mejora
de la comunicación y mejora de los beneficios para el trabajador así como la
introducción de servicios de promoción de salud.
Técnicas de
Afrontamiento
Con
respecto a las Estrategias y Técnicas de Afrontamiento, desde la perspectiva de
Gil-Monte y Peiró (1997) citado por Martínez et al. (2008), se plantea que las
estrategias de afrontamiento constituyen los esfuerzos conductuales y
cognitivos que realiza una persona para dominar, reducir o tolerar las
exigencias creadas por transacciones estresantes. Por su parte, se asume la
distinción que realizan Carver, Sheier y Wientraub (1989) citado por Martínez
et al. (2008) para el afrontamiento, distinguiendo un afrontamiento centrado en
el problema, afrontamiento centrado en la emoción y evitación al afrontamiento.
El primero referido a la resolución del problema o hacer algo para cambiar el
curso de la situación estresante, el segundo consiste en reducir o manejar el
estrés emocional causado por la situación y la evitación, referida a las
conductas de evasión.
A
partir de esta distinción en tres tipos generales de estrategias, Carver y col.
(1989) citado por Quaas, (2006) asocian quince Técnicas de Afrontamiento: a)
Afrontamiento centrado en el problema: afrontamiento activo, planificación,
supresión de actividades distractoras, refreno del afrontamiento y búsqueda de
apoyo social, b) Afrontamiento centrado en la emoción: búsqueda de apoyo
emocional y social, reinterpretación positiva, aceptación, desahogo y religión
y c) Evitación al afrontamiento: negación, desconexión conductual, desconexión
mental, consumo de drogas y humor.
A
continuación se detalla cada una de las quince técnicas de afrontamiento
propuestos por Carver y col, (1989) citado por Quaas, (2006):
Afrontamiento
activo: es un proceso activo de afrontamiento, lo cual implica un incremento
del esfuerzo propio a fin de remover el estresor o mejorar sus efectos. Esta
técnica es similar al núcleo de lo que Lazarus y Folkman (1984, en Carver y
col, 1989) citado por Quaas, (2006) llaman afrontamiento centrado en el
problema.
Planificación:
Hace referencia a pensar en cómo se afronta un estresor, ideando estrategias de
acción, pasos a seguir y buscando la mejor manera de manejar el problema. Ésta
ocurre durante el período que Lazarus y Folkman en Carver, (1989) citado por
Quaas, (2006) denominan evaluación cognitiva secundaria.
Búsqueda
de Apoyo Social: Las personas pueden buscar apoyo social por dos medios:
instrumental y emocional. Los efectos del apoyo social se explican por cuatro
mecanismos: porque inhibe conductas de riesgo y refuerza las saludables, porque
disminuye el impacto del estrés y las conductas inadaptativas que causaría,
porque valida las creencias de control y posibilita el manejo y, por último, la
expresión de las emociones reguladas por otros permite disminuir el desgaste
fisiológico provocado por el estrés (Lazarus & Folkman, 1986) citado por
Rincón y Guarino, (2008).
Búsqueda
de apoyo social instrumental: Implica la búsqueda de recursos humanos que le
puedan dar al sujeto un apoyo instrumental para manejar el problema en forma de
información, consejo, apoyo económico, entre otros. Esta estrategia corresponde
al afrontamiento centrado en el problema.
Búsqueda
de apoyo social emocional: Engloba las acciones emprendidas por el sujeto para
buscar en otras personas razones emocionales paliativas del estrés (el cariño,
la simpatía y la comprensión). Se trata de buscar apoyo afectivo, empatía y
comprensión; es un afrontamiento centrado en la emoción.
Supresión
de actividades distractoras: Se refiere a aquellas conductas que permiten al
sujeto centrarse en el acontecimiento estresante que ha de enfrentar y que al
mismo tiempo evite otras actividades o pensamientos que lo distraigan. Significa
dejar de lado otros proyectos, evitando la distracción, y sobrellevando la
situación.
Religión:
hace énfasis a actividades pasivas, como rezar o centrarse en la religión, las
cuales permiten al sujeto aceptar el acontecimiento estresante. La religión
puede servir como una fuente de apoyo emocional, como vehículo para una
reinterpretación positiva y como una técnica de afrontamiento activo.
Reinterpretación
positiva: Engloba lo referente a aquellos aspectos de crecimiento personal que
pueden derivarse de la experiencia de estrés. Esto significa que la persona
reconstruye una situación estresante en términos positivos. Lazarus y Folkman
(1984), en Carver y col. (1989) citado por Quaas, (2006) consideran esta
técnica como un tipo de afrontamiento emocional.
Refrenar
el afrontamiento: Describe los esfuerzos por demorar el momento adecuado para
afrontar el problema y evitar que afecte al sujeto negativamente al tener que
tomar decisiones precipitadamente. Este puede ser considerado un afrontamiento
activo porque el comportamiento de la persona se concentra en sobrellevar
efectivamente el estresor, pero también es una estrategia pasiva en el sentido
que implica un no actuar.
Aceptación:
Se refiere a la aceptación del problema. Según Carver y col (1989) citado por
Quaas, (2006) la persona que acepta la realidad de una situación estresante
parecería ser alguien interesado en sobrellevar la situación. La aceptación
consiste en dos fases del proceso de afrontamiento; la aceptación de un
estresor como real ocurre en la evaluación cognitiva primaria, y por otra parte
la aceptación de la ausencia de una estrategia de afrontamiento, que es parte
de la evaluación cognitiva secundaria.
Desahogarse
o centrarse en las emociones: Alude a las respuestas emocionales asociadas a la
situación estresante. Generalmente utilizan este tipo de estrategia los sujetos
que visualizan el estresor como perdurable e inmodificable. Implica concentrarse
en el estrés o las situaciones molestas que se están viviendo y exteriorizar
estos sentimientos. Según Carver y col. (1989) citado por Quaas, (2006) esta
respuesta puede, a veces, ser funcional, sin embargo concentrarse en estas
emociones por largos períodos puede hacer difícil el ajuste a la realidad.
Negación:
El sujeto niega y evita el afrontamiento activo del suceso estresante y actúa
como si nada sucediera. A menudo se sugiere que la negación es útil para
minimizar el estrés y facilitar el afrontamiento, sin embargo se puede
argumentar que la negación crea problemas adicionales, a menos que el estresor
pueda ser realmente ignorado. Carver y col. (1989) citado por Quaas, (2006)
plantean que negar la realidad de los eventos hace que esto se convierta en un
problema para el individuo y que el afrontamiento se haga más difícil de lo
habitual.
Desconexión
conductual: Hace referencia al empleo de acciones que evitan afrontar
activamente la situación estresante. Lo cual reduce el esfuerzo propio para
afrontar la situación, incluso el sujeto se rinde al intento de lograr metas en
las cuales interfiere el estresor.
Desconexión
mental: Sucede mediante una amplia variedad de actividades distractoras, las
cuales permiten al sujeto distraerse de la situación estresante. Estas
actividades alternativas pueden ser soñar despierto, dormir, escapar por
inmersión en la televisión, entre otras. Aunque desconectarse de una situación
es a veces una respuesta altamente adaptativa, a menudo impide un afrontamiento
adecuado a ésta.
Consumo
de Drogas: Esta se traduce a conductas motoras de adicción, de escape-evitación
de la situación estresante, con el fin de disminuir la tensión ocasionada.
Humor:
Alude al empleo del humor como estrategia distractora y distanciadora que ayuda
a disminuir el estrés de la situación.
Respecto
de la relación entre estas técnicas de afrontamiento y el síndrome de Burnout,
De la Rosa y col. (1998) citado por Quaas, (2006) plantean que los hombres
tienden a utilizar menos el desahogo como estrategia, y que las mujeres buscan
más aquellas relacionadas con el soporte social. Estas mismas autoras plantean,
además, que la reinterpretación positiva como técnica de afrontamiento parece
ayudar a aliviar el agotamiento físico y emocional, y acrecentar el sentimiento
de logro personal.
En
concordancia con lo anterior, Gil-Monte y Peiró (1997) citado por Quaas, (2006)
proponen que el empleo de estrategias de control o centradas en el problema
previene el desarrollo del síndrome de Burnout y el empleo de estrategias de
evitación, de escape y centradas en la emoción, facilita su aparición.
El
afrontamiento puede ser denominado paliativo o instrumental, esto es, dirigido
a la emoción o al problema, estas dos mayores categorías son a su vez
escindidas por Lazarus y Folkman, (1986) citado por Rincón y Guarino,
(2008) en 8 clases: a) Confrontativo
(son acciones directas dirigidas hacia la situación), b) Distanciamiento
(tratar de olvidarse del problema, negarse a tomarlo en serio, comportarse como
si nada hubiera ocurrido), c) Auto-Control (guardarse los problemas, procurar
no precipitarse), d) Búsqueda de apoyo social (pedir consejo o ayuda a un amigo,
hablar con alguien que puede hacer algo concreto, contar a un familiar el
problema), e) Aceptación de la responsabilidad (disculparse, causante del
problema), f) Escape-Evitación (esperar a que ocurra un milagro, evitar el
contacto con la gente, tomar alcohol o drogas), g) Planificación de solución de
problemas (establecer un plan de acción y seguirlo, cambiar algo para que las
cosas mejoren), h) Reevaluación Positiva (basarse en la experiencia para
generar cambios).
Estilos de
Afrontamiento
Se
han formulado partiendo de la base que tratan de disposiciones personales para
hacer frente a las distintas situaciones estresantes, (Kohlmann, 1993; Crowne
& Marlow, 1964; Miller, 1987 y Byrne, 1964), han propuesto cuatro patrones
de afrontamiento que, en parte, recuerdan a los tipos introducidos por
Weinberger y colaboradores (1979) citado por Sandín y Chorot, (2003). Pueden
resumirse de la siguiente forma:
Modo
vigilante rígido: Se lleva a cabo por personas con alta vigilancia y baja
evitación (sensibilizadores). Tendencia a buscar información sobre el estresor
para configurar una imagen mental de la confrontación anticipada, ya que este
tipo de personas se estresan primariamente por la experiencia de incertidumbre
respecto a una situación de amenaza.
Modo
evitador rígido: Típico en personas de baja vigilancia y alta evitación
(represores). Se asume que la activación emocional producida por las señales
anticipatorias de la confrontación produce gran nivel de amenaza al sujeto, por
lo que tienden a prestar poca atención a las características amenazantes del
estresor.
Modo
flexible: uso flexible de estrategias relacionadas con la situación.
Característico en personas (no defensivas), es decir, aquellas con un patrón de
baja vigilancia y baja evitación. Ante una situación de amenaza, no les cuesta
tolerar ni la posibilidad de incertidumbre ni la sorpresa negativa de una
posible activación emocional. Se entiende que la utilización flexible de
estrategias de afrontamiento se caracteriza por una marcada orientación hacia
los requerimientos situacionales que prevalecen en cada momento.
Modo
inconsistente: afrontamiento ineficaz, exhiben este tipo de afrontamiento
aquellas personas con alta vigilancia y alta evitación (personas ansiosas). Se
estresan fuertemente tanto por la incertidumbre de la situación relevante como
por la activación emocional elicitada por las señales anticipatorias. Se asume
que esto conlleva una conducta de afrontamiento inestable. Cuando el sujeto
intenta alejarse del estresor para reducir la ansiedad, se produce incremento
de la incertidumbre con el consecuente incremento del estrés y viceversa.
Mis Anécdotas con
Respecto a Cambios de Empleo
Gracias
doy a Dios porque en el transcurso de mi vida he tenido grandes oportunidades
laborales que me han ayudado a crecer como persona y como profesional.
Afortunadamente de ninguno de ellos me han echado, los he dejado por voluntad
propia en busca de mejores oportunidades laborales, en busca de otros empleos
que llenen mis expectativas profesionales, que me hagan crecer, que sean nuevos
retos para mí.
En
mis empleos doy siempre lo mejor de mí, me gusta un trabajo que me motive
intrínsecamente, que me apasione y que disfrute haciendo… Esos son los mejores.
Nunca he llegado a trabajar por obligación o necesidad, siempre que acepto un
trabajo es porque me gusta todo de él, porque nada va en contra de mi
integridad y porque estoy de acuerdo con las normas o reglas del sitio y no me
molesta o me afecta negativamente cumplirlas.
Es
por esto, que en este apartado no escribo nada negativo, he cambiado de empleo
pero siempre en busca de mejores oportunidades y un mejor futuro para mí y los
que me rodean.
¿Cómo deberíamos
actuar?
La
forma adecuada de actuar sería la de ver cada uno de los cambios como un reto y
una valiosa oportunidad de cambio y crecimiento personal y profesional. No
debemos quedarnos siempre estancados en un mismo lugar, con las mismas cosas,
con el mismo trabajo y realizando siempre las mismas funciones porque nunca te
vas a dar la oportunidad de crecer laboralmente, no te vas a dar la oportunidad
de explorar y conocer otros talentos, habilidades y de lograr otras metas que
quizá aún ni te hayas planteado por temor a perder… pero más pierdes si te
quedas esperando en tu puesto de trabajo con los brazos cruzados, cumpliendo
con lo que te exigen por simple necesidad mientras por dentro estás sintiendo
que esa no es realmente tu lugar, que laboralmente no te sientes motivado. Este
tipo de situaciones llevan a las personas a presentar estrés laboral y problemas
que pueden afectar no solo tu trabajo sino tu ámbito familiar, social o
personal.
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